Has dejado polvo sobre los muebles
el reloj del salón sin cuerda
a las tres menos cuarto
una canción viviendo encerrada
dentro de mi boca
y una pila de libros mudos
sobre la mesita de luz
justo del lado derecho de mi cama.
Sin previo aviso te has llevado
el olor de tus trajes
parte de mi piel bajo tus uñas
las pisadas de los treinta y dos escalones
que te traían hasta mi tejado
y uno de mis poemas escondido
dentro de una servilleta
como un dulce o una medicina
para el camino.
Nos hemos quedado el espejo y yo
tratando de ser dos realidades
que se comprenden al mirarse…
permanecemos el café y mis labios
o los cigarrillos y mi garganta
y sin ninguna duda
lo que empieza a ser tu recuerdo
y el comienzo de mi nostalgia.
Pero no le pongo nombre
a esta circunstancia…
Yo no digo “esto es abandono”
o “esto es el final”
“es, Game over”,
me limito a palabras sencillas
a ideas sin mucho o demasiado peso
a eso que me falta y esto que me queda…
a ser como una ciudad
(quizás la que caminas)
que reconoce que un poco de ruido
no es malo
si a pesar de él se sigue creciendo.
Y así, más madura
e incluso más inteligente
cumplo con los latidos
(ahora que te has ido
o he dejado que te fueras)
yo continúo…
mientras observo desde mi balcón
pájaros azules que regresan
flores nocturnas que apenas brillan
y viandantes con y sin prisa.
Gira la vida, por muy obsceno que parezca…
a pesar de mis pies fríos sobre el piso
y de la falta de los tuyos
para abrigarlos.
Gira, aunque ya no puedas
escuchar mi voz confesando absurdos,
cosas como que hoy mismo
cayeron tormentas sobre mi cuerpo,
con lo que sabes que me gusta
la lluvia de improviso…
Knives: They cut
12:18 a. m.
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